A lo largo de la historia, hemos visto grandes hombres de negocios, de gran audacia y con atención en los detalles, que han logrado crecer su patrimonio gracias a haber invertido inteligentemente su dinero. Sin duda son personas que inspiran a muchos, pero que también nos asombran cuando han caído en engaños y fraudes, como el cometido por Elizabeth Anne Holmes, quien llegó a recaudar 9 mil millones de dólares con su emprendimiento que, con apenas una gota de sangre, podría hacer análisis de hematología completa, sin las molestias de la extracción por jeringas.
Elizabeth ha sido juzgada por cuatro cargos de fraude por un tribunal de California y enfrenta en las próximas semanas, una condena que puede llegar a alcanzar hasta 20 años de prisión, por el grave daño cometido contra los inversionistas de su empresa y los pacientes que fueron perjudicados al utilizar su producto.
Este caso, me hizo preguntarme ¿Qué lleva a la gente a creer ciegamente en propuestas tan fáciles, como inverosímiles? ¿Qué pasó con esas grandes compañías que invirtieron ciegamente y se dejaron embaucar en una estafa de tal magnitud?
Esta historia puede servir de dura lección a aquellos inversionistas y hombres de negocios, quienes toman decisiones sin tener toda la información, sin contar con análisis y estudios profesionales y dejándose llevar por la corriente publicitaria del momento.
Desde el punto de vista psicológico, este tipo de decisiones sin asidero, entran en el plano del sesgo cognitivo, que es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto o interpretación ilógica, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos. (Kahneman, D.; Tversky, A. (1972). «Subjective probability: A judgment of representativeness». Cognitive Psychology).
En otras palabras, a pesar de ser experimentado, crees porque quieres creer, te ciegas y ya no tomas en cuenta toda la información. ¿Te ha pasado alguna vez en tu vida? ¡Quizá si!. Podría decirse que nos pasa con muchas decisiones a diario, como contratar al contador que te recomendó tu mejor amigo, pero no viste sus antecedentes o leiste su lenguaje corporal durante la entrevista.
Ahora bien, cuando esto sucede e involucra grandes capitales es cuando nos preguntamos ¿Qué pasó con el proceso de due diligence?, ¿Por qué no se siguieron los procedimientos debidos de investigación previos a la firma del contrato o acuerdo?. ¿Por qué quisieron creer?
Elizabeth Holmes, tenía todo para cautivar, con tan solo 19 años, bonita, rubia, educada y de buen hablar, comenzó a llamar la atención con una propuesta única. Era el año 2002 cuando esta joven estudiaba química en la Universidad de Stanford, y luego de un período de entrenamiento en el Instituto del Genoma de Singapur, regresó con una novedosa tesis que hacía a un lado el sistema de extracción de sangre tradicional. Aseguró haber creado un sistema que podía detectar 240 enfermedades distintas con tan solo una gota de sangre. Una revolución científica desplegada por una joven que no había culminado la carrera de medicina.
El círculo académico de esa prestigiosa universidad quedó asombrado por la inteligencia y audacia de su alumna, y en septiembre de 2003 le concedieron la patente para un dispositivo médico para monitoreo analítico y suministro de medicamentos.
Holmes patente en mano, tomó el dinero ahorrado por sus padres para pagarle los estudios y se instaló en Palo Alto, California, que luego rebautizó Theranos”, empresa funcionaba en el sótano de una hermandad universitaria y que fue el génesis del gran engaño.
A un año de su fundación, Theranos recibió la autorización para operar en todo Estados Unidos. Rápidamente, miles de pacientes, y lo peor, inversores privados, entre ellos, Walmart arriesgó más de 100 millones sin saber qué era Theranos, sin hacer mayores investigaciones, en una decisión basada en el boom de los medios. Y es que hasta estos sucumbieron a esta joven que calificaron como la nueva Steve Jobs, apareciendo en la tapa de Forbes con el título “Primera mujer en alcanzar una fortuna de más de mil millones por sí misma” y catalogada en el número 110 en la lista de los norteamericanos más ricos.
Puedes leer también: Controla tus Emociones y Triunfa en tus Acciones
Todo esto era el escenario perfecto para inversionistas ávidos de ideas nuevas, con la tentadora posibilidad de grandes rendimientos, que rompieran con el status quo médico y convertirse en los primeros en algo que prometía ser multimillonario.
¿Será que el físico, como hablas, donde estudiaste puede engañar? Pues en este caso parece que eso fue lo que ocurrió. No fue hasta que la mente concienzuda del periodista John Carreyrou investigó a esta “revolucionaria de la ciencia” e hizo lo que los inversores no se ocuparon de hacer: determinó que Holmes y su organización carecían de la aprobación de la Food and Drugs Administration (FDA, por sus siglas en inglés). Puso también el acento en el hecho de que el método promovido por Theranos no figuraba en ninguna de las revistas científicas serias como The Lancet, Nature. Y finalmente llamó la atención a todo el secreto alrededor de los analizadores portátiles.
Para sumar a estos cuestionamientos públicos, una inspección sorpresa de la FDA descubrió que el laboratorio no cumplía los mínimos estándares de higiene, y al comparar finalmente los análisis de la máquina Edison eran, respecto de los tradicionales, absolutamente fallidos.
Holmes no fue capaz de enfrentar las consecuencias de sus mentiras, y ese mismo año, agobiada por las acusaciones, por las deudas con proveedores y las indemnizaciones a sus empleados, tocó fondo.
De ser llamada por los medios: “La multimillonaria modelo de la nueva generación”, pasó a ser calificada como “la peor emprendedora del mundo”. ¿Pero como llamarías a los inversionistas y personas cercanas que la festejaban y aplaudían?
Hoy día, Holmes es culpable de cuatro cargos de fraude, considerando que engañó a los inversionistas para colocar dinero en su startup por lo que enfrenta la posibilidad de pasar varias décadas en la cárcel.
Es una situación lamentable, pues todos deseamos el progreso e invenciones que nos faciliten la vida. Pero si tu eres un inversionista o dueño de negocios, bien vale la pena que hagas lo siguiente durante la toma decisiones importantes: Tomar tiempo para analizar el proyecto, investigar a la persona involucrada, pedir opinión a tus cercanos y trabajar con tu ActionCOACH, quien con su mente cuestionadora te hará las preguntas para que te enfoques en validar lo que tu mente alegre, confiada y optimista te diga en el momento y así lograr que ésta se sosiegue y evite el sesgo.